Opinión Invitada: Navegando por las aguas del Discurso Político: Persuasión vs. Manipulación

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El 2024 será un año histórico en términos electorales. Será el período en el que más votantes asistan a las urnas en todo el mundo, donde cerca de 100 países celebrarán comicios. Según los últimos datos del Banco Mundial, estos territorios concentran la mitad de la población global, aproximadamente 4.000 millones de personas.

Desde Estados Unidos a Indonesia, India (República de Bharat) o Rusia, decenas de naciones preparan sus comicios este año. En América Latina están previstas elecciones presidenciales en seis países: El Salvador, Panamá, México, Uruguay, Venezuela y República Dominicana.

Uno de los principales aspectos que se supone con mayor relevancia en la presentación y batalla de ideas en un proceso electoral, es el discurso político. En él, las palabras se convierten en armas poderosas.

Es en ese contexto donde se entrelazan, de manera sutil pero crucial, dos conceptos: persuasión y manipulación. ¿Cómo diferenciar una de otra?

Persuasión: El arma de las ideas resonantes

La persuasión implica la presentación de argumentos convincentes con el objetivo de obtener la simpatía y el apoyo de la audiencia. En el discurso político, la persuasión se basa en la honestidad, la claridad y la presentación de hechos verificables. Los líderes persuasivos utilizan la retórica para articular sus visiones, destacando los beneficios de sus propuestas y construyendo puentes de conexión emocional con el público.

Un discurso persuasivo se fundamenta en la ética, fomentando un diálogo abierto y la participación ciudadana informada. Los líderes que buscan persuadir confían en la transparencia y buscan construir confianza a largo plazo con la audiencia.

Manipulación: El arte de controlar narrativas

Por otro lado, la manipulación en el discurso político implica el uso de tácticas engañosas para influir en la opinión pública. Puede incluir la distorsión de hechos, el uso de falacias lógicas, verdades contadas a medias o el despliegue de emociones con el objetivo de controlar la percepción de la realidad. La manipulación se basa en la astucia y puede socavar la confianza pública al minar la integridad del discurso político.

Probablemente esto te resulte conocido: los manipuladores a menudo recurren a la propaganda, desviando la atención de cuestiones importantes o tergiversando información para obtener ventaja. En lugar de construir un consenso basado en la verdad, la manipulación busca moldear la realidad según la conveniencia de quienes la ejercen.

La Frontera Difusa: Cuando la persuasión se desliza hacia la manipulación

A veces, la línea entre la persuasión y la manipulación puede volverse borrosa. Estrategias persuasivas, como el uso hábil de metáforas o la evocación de emociones, pueden deslizarse hacia terrenos manipulativos si se emplean de manera deshonesta o exagerada.

Es crucial para los ciudadanos y analistas políticos ser conscientes de estos matices. La capacidad de discernir entre un discurso que busca iluminar y uno que busca ensombrecer es esencial para mantener una sociedad informada y resistente a la manipulación.

Quizás te preguntes sobre cuál es la herramienta más efectiva que tiene un ciudadano para discernir si un discurso es persuasivo o está cargado de manipulación. La respuesta a esta cuestión es la información. El ciudadano informado del contexto y realidad social en el que vive juega un papel crucial al exigir la verdad, cuestionar la información presentada y promover un debate basado en hechos.

En resumidas cuentas, la diferencia entre persuasión y manipulación en el discurso político radica en la integridad y la transparencia. La persuasión busca elevar el discurso, fomentando un intercambio de ideas saludable, mientras que la manipulación busca controlar y distorsionar para obtener ventaja.

Las sociedades pueden avanzar hacia un discurso político más sólido y resistente a las artimañas que amenazan la integridad del proceso democrático, cuando están en capacidad de reconocer la sutileza entre persuasión y manipulación.

Fuente: Evidencias Digital (Erika Oviedo)

Julia Sanchez

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